Guia

Le bese la frente, luego los labios y por ultimo me quede en su cuello.
Ni la miel me sabría dulce después de besar sus labios, con cada beso perdía la noción del tiempo. La conocí en un día, fue mía durante una hora pero tardaría mas de una vida en poder olvidarla. Bajo la incansable lluvia que nos empapaba, ella aun encendía el fuego sobre mi.
La mire a los ojos. - Y yo a ti. - Susurro besándola.
Ver su cuerpo desnudo me daba un gran deseo de hacerla mía, la veía, era como la calma de antes de la tempestad.
No quería un final feliz para nuestra historia, no quería un final, no quería que acabara.
Había oído a soldados agonizando diciendo que veían ángeles, yo con la fina figura que ella me mostraba empezaba a entender por que morían con una sonrisa en la cara.
Quería demostrarle con cada beso todo lo que había callado, todo lo que nunca le había dicho. No quería decirle que la quería, quería demostrárselo cada día. Tantas cosas que decirle al oído, tantos formas de recorrer su piel, tantas formas de besar sus labios.
Dicen que el amor es difícil de explicar, pero lo mio es imposible de describir con palabras.
Amé y fui correspondido, un sentimiento por el que daría la vida.
El tiempo se congelaba a mi alrededor, la veía, no podía apartar la vista de ella. La diosa de mi religión, la princesa de mi cuento de hadas. Un cuento de hadas basado en echos reales.

Le volví a besar muy lentamente y le miré mientras le acariciaba. Ojalá el tiempo se detuviera, era maravilloso. Aun seguia sonrojada y no podía evitar una pequeña sonrisa cada vez que lo miraba.

La volví a besar y al poco salimos de la ducha. Me vestí un poco antes que ella y salí del baño guiñándole un ojo mientra le sonreía.

Mire la despensa, solo nos quedaba lo que no caducaba.
Prepare arroz, y un poco de pescado. Puse los dos platos sobre la mesa y me senté esperando a que ella saliera.

Me vesti y me dirigí a la cocina. Lo ví sentado esperando y enseguida me senté al lado. Lo miré un segundo y después me giré para comer.

Mastique el pescado y luego lo trague. - Tenemos que ir a por comida. - Digo acercándome mi plato con arroz.

Asentí mientras comía el primer plato.
Enseguida terminé el arroz.
-Estaba muy rico.-dije con una cara algo infantil.

- Tienes un poco de arroz ahí. - Digo señalando su labio. - No, ahí no. Ahí. - Le repito cuando veo que no se lo conseguía limpiar. - Ahí mujer, justo ahí. - Ya se lo había quitado pero seguía jugando con ella. Me levante y funde los codos en la mesa junto a ella. Le di un suave beso en los labios y la mire. - Ahí. - Digo sonriendo.

Fui a la sala de estar, cogí la pistola, le quite el cargador y lo mire. Siete balas. Pensé mientras la volvía a cargar. Me coloque la pistola en la cintura y me metí un cuchillo en la manga de la camisa.
- Cuando quieras, vamos. - Le digo a Binkan.

Sonreí algo timida después de recibir el beso. Di un pequeño respingo y lo miré. Me levanté y cogí el arma que llevaba en la cartuchera, la desert.
-A mi me quedan 3...-susurré casi para mi misma.
Después me acerqué un poco a él y asenti.
-Salgamos ya.

Bajemos las escaleras y caminemos por la calle desierta. Fuimos evitando sikket hasta llegar a un centro comercial abandonado.
- Entremos. - Digo cuando empiezo a caminar.
Camine hasta las puertas automaticas y me di un golpe contra ellas. - No se abren. - Digo con un tono irónico.

Al oir el golpe le miré la cara la tenia algo enrojecida. Puse la mano en su mejilla y le acaricie mientras le miraba algo preocupada.
-¿Estas bien?

- Ahora mucho mejor. - Le digo sonriendo.

Me acerco a la puerta y le doy con el codo rompiendo el cristal.
Paso dentro apuntando con la pistola hacia donde miraba.
- ¿A donde quieres ir primero? - Digo girándome.

-¿Habrá municion aqui?-pregunté confundida mientras le seguía de cerca.

- Si hay alguna armería, si. - Enfunde el arma y me gire para caminar.
- Te parece si primero vamos a por comida? - Digo al empezar a caminar.

Les sigo vagamente entre las estilizadas paredes del centro comercial, me llevo las manos a la nuca y en mi cara se dibuja una perpetua mueca de cansancio. Volvi a concentrarme en el radar, pero mi objetivo había desaparecido. Me vuelvo a fijar en las paredes del centro comercial, daban la sensación de que se caerian con el menor temblor.

—¿Adonde habeis dicho que vamos? —pregunto.

- Ve con Binkan a por comida, yo buscare una armería. - Digo encaminándome hacia unas escaleras.

—Como quieras... —digo en un suspiro. Sigo caminando en una dirección indefinida y con un paso más bien lento, no es que tuviera mucha prisa y, además, me encontraba un poco cansado.

Subo las escaleras hasta la segundo planta y me detengo frente al escaparate de una armería.
Me acerque, el cristal era blindado y la puerta tenia barrotes.

Sigo caminando, y tras subir una escaleras veo lo que parece ser un restaurante de comida rapida, entro con la esperanza de que aun quede algo que se pueda llevar a la boca.

Solté la silla y cayo pesadamente al suelo. El cristal estaba reventado, apoye las manos en el y empuje hasta que cedió.

Entre en la armería y me dirigí hacia el mostrador, donde suele estar la munición.

Oí como si unos cristales se rompieran, por donde había ido laurence. Me paré un momento pero luego continué caminando detras de ginji. Vi que ginji estaba buscando algo de comida y yo hice lo mismo, me puse a rebuscar en cajones, armarios y todo lo que encontraba por allí.

Llegue junto a Binkan y Ginji, llevaba una mochila con munición, la ropa llena de sangre, en la mano la pistola con el cargador vacio y en la otra el cuchillo lleno de liquido carmesí.
- Ya tenemos munición. - Digo mirando a Binkan.

Le miré algo sorprendida y a la vez confundida.
-¿Qué a pasado?

- Se ve que aquí vive gente. - Digo limpiando el cuchillo contra mi muslo. - Y no les gusta compartir. -

Solté un inaudible suspiro y seguí buscando.
-Aqui no hay nada de comida.-dije mientras topaba con un congelador desconectado.

- Prueba a mirar en.. - Antes de terminar la frase alguien se lanzo arriba mía y rodemos por el suelo.
Me levante con el cuchillo nuevamente manchado de sangre.
Era un hombre vestido como un vagabundo se agarraba el muslo, donde lo había apuñalado.
Levante la vista y vi que habia un grupo que nos miraba, llevaban palos, cuchillos, bates de beisboll...
- Son civiles, gente inocente, no mates a ninguno. - Digo colocándome en posición defensiva.