Guia

Camine por la calle desierta. Ruinas y mas ruinas. Vi un edificio a lo lejos.

- Ahí. - Digo señalándolo.

Le seguí de cerca mirandolo todo. Aquello estaba muy destrozado.

Dos sikkets cruzaban la calle. - Mierda. - Digo cuando veo que se giran hacia nosotros.

Agarro por la muñeca a Binkan y me meto por un callejón corriendo.

Después de largo rato corriendo, me di cuenta de que habíamos llegado al edificio.

Lo mire y suspire. Entro en el edificio y empiezo a subir las escaleras. Era un bloque de viviendas.

Miré todo a mi alrededor curiosa. No se donde ibamos pero seguía a laurence, aunque me habia quedado algo rezagada.

Llegue a una puerta con un 106 que indicaba el numero.

Me quede paralizado con la mano a escasos centímetros del pomo de la puerta.

Una gota de sudor bajo por mi frente como si no quisiera entrar. Agarre el pomo y lo gire. Entre, vi una casa normal, tenia algunas grietas en las paredes, las ventanas estaban rotas, en el centro había algo parecido a una vitrina, donde antes debía haber algo expuesto.

Camino por la casa y veo una mesa con varios marcos y fotos.

Se distinguía una familia Una mujer, un hombre y su hija. Tenían fotos de todo tipo. Agarre una y la mire, era una foto familiar, pero yo también estaba en la foto, junto al padre.
Se me acelero la respiración y mi rostro mostraba el dolor mezclado con la melancolía.

Vi su expresión y me preocupé. No me gustaba nada verle así.
Me acerqué y vi las fotos, me resultaban familiares, pero no sabía por que...
No le di mucha importancia. Me preocupaba mas laurence, parecia afectado.

- ¿No los reconoces? - Dije con las voz quebrada.
- ¿No reconoces a tu familia? - Me estaba empezando a marear y caí de rodillas.
- Te reconocí en la aldea, cuando luchábamos. - Digo sacando el reloj y abriéndolo.
Se veía la foto de una familia, un beclonius, una humana y su hija. De pelo corto y negro.

Llego al rato de dar una vuelta y me apoyo en el marco de la puerta. Miro un momento a Laurence, lo veo derrotado como si los fantasmas de las fotos de tiempos anteriores quisieran robarle la vida. Miro hacia otro lado lo que yo estoy buscando todabia no ha aprecido. Suspiro fuertemente. No tardaría en venir...

Esa no podía ser mi familia. No había visto esa casa nunca y...mis padres habían muerto hace mucho pero...nunca supe como. Solo se que murieron.
Me estaba preocupando, laurence estaba muy afectado y yo no sabía ni que hacer o decir. Mire la foto más de cerca concentrada en aquellas personas.

- Murieron, murieron por mi culpa. - Digo ya casi hundido.
- A ti conseguí salvarte, luego te perdí la pista. A tu madre la asesinaron en el acto, a tu padre lo ejecutaron días después. Me dio esto para que te lo devolviera. - Digo aguantando el reloj en mi mano.
- Eras solo una niña, te dije que tus padres volverían a por ti y me creistes. -

Mis ojos se abrieron un poco...sorprendidos. Miré el reloj que sostenía y lo cogí para luego mirarlo confundida. Parpadeé un par de veces asimilando sus palabras y después le volví a mirar.
Me arrodillé a su lado y lo abracé algo emocionada.

Me descuelgo el rifle y me levanto dirigiéndome hacia la vitrina. Abro la vitrina e introduzco el rifle que encaja a la perfección.
- Bienvenida a casa. - Digo sin girarme.
- Vinieron a por ellos, yo estaba preparado a dar la vida por ellos, pero tu padre me pidió que te llevara lejos. - Digo fundando una mano en el cristal de la vitrina. - Baje por las escaleras de incendios, antes de llegar abajo oí disparos, un leve grito de tu madre y el llanto de tu padre. - Con cada palabra bajaba un poco mas la mano. - Te tape los oídos para que no lo oyeras, pero siempre se quedara grabado en mi mente. -
- Pude quedarme e intentar salvarlos, pero no lo hice, no hice nada por ellos. Tu padre fue quien me enseño a luchar. - Digo desenvainado mi espada. - Me la dio el, esta manchada por la sangre de cada uno de los soldados que fueron enviados a asesinarlos, por cada capitán que dio las ordenes, por el verdugo que ejecuto a tu padre. Todos tuvieron la muerte mas lenta y dolorosa que les pude dar. -

Le miré y escuché atenta mientras me explicaba lo que ocurrio. Despues me levanté y lo observé todo, pero nada me resultaba familiar.
-Tu no tuviste la culpa...-dije en un tono no muy alto.

- ¿Entonces porqué me pesan tanto sus muertes? - Digo dando un ligero golpe a la vitrina.

Miro de nuevo la casa, la estructura estaba bastante mal, oigo las voces de Laurence y Binkan, sin embargo, no les presto atención. Estaba concentrado en el radar, intentando captar alguna presencia que no fuera la de un sikket.

Me levanté algo compunjida por verle asi y por lo que estaba pasando... pero esque el no tuvo la culpa de que asesinaran a mis padres. Tampoco sabía por que los querían matar.
-No sé por qué te culpas, pero tu hiciste lo que pudiste, me protegiste a mi.-dije acercandome a el.

Me gire hacia ella y apoye la espalda en la vitrina.
- Pero no a ellos. - Digo llevándome una mano a la cara.
- Podría haberme quedado, era espacio cerrado, hubieran caído uno detrás de otro y tu padre lo sabia. -

Saco el yo-yo del bolsillo y empiezo a bajar escaleras sigilosamente. Una vez salgo al exterior, me encuentro con el hombre que me habia dado las ordenes anteriormente.

—Eres un traidor ¿lo sabias? —pregunta
—De sobra... —digo lanzandome hacia él. Lanzo el yo-yo y por poco le engancho del cuello, pero su espada se interpone.

-Hiciste lo que pudiste.-le insistí abrazandole.
Apoyé la cabeza en su pecho y deseé que no se culpara más, que lo olvidara.

Rodeé con mis brazos a Binkan y funde mi barbilla en su cabeza.
- Lo que pude. - Digo mirándola.
- Esto es tuyo. - Le susurro a la vez que le doy el reloj de bolsillo.

Tiro de la cuerda, pero para mi sorpresa es ella la que tira de mi. Veo como me acerco precipitadamente hacia mi oponente. Giro a mi izquierda una vez estoy cerca e intento darle un puñetazo, este se agacha y me embiste con el hombro.

Me separé un povo y lo cogí. Lo miré y después a laurence.
-Gracias.-dije sin dejar de mirarle.

- Prometí que se lo devolvería a su dueño. - Le dije poco antes de besarla.

Me llevo las manos a al estomago. Retrocedo un poco por el golpe y acto seguido enarbolo el yo-yo como si de una espada se tratara, haciento cortes horizontales. En un segundo de despiste aprobecho para darle una patada, sin embargo, se aparta y me pega en mi pie de apoyo haciendome caer.

—Has perdido practica... —me dice mientras me levanto.